jueves, 16 de septiembre de 2010

Wish you were here – Pink Floyd (Wish you were here, 1975)




Una tarde te encuentras delante de la pantalla de tu ordenador. Una tarde cualquiera. El destino decide por ti y estás escuchando la radio casera de un desconocido con el que estás charlando. Sin previo aviso empieza a sonar tu canción favorita. Hace relativamente poco que lo es, aunque tu madre lleva hablándote de ella desde que los primeros indicios del paso a la madurez aparecieron en ti. Suena diferente. No sabes cómo pero ahora te encuentras delante de la pantalla de tu ordenador, en una tarde cualquiera, mientras un desconocido está tocando tu canción favorita. Y no tienes elección, ese momento ha anidado en tu memoria. La piel erizada. La cadencia de tu respiración. Inexorablemente unido a tu existencia posterior. Y tú canción favorita se vuelve una declaración de amor. La excusa para echarse de menos, sólo por el placer de sentir los pensamientos convertidos en palabras, los sonidos que se articulan en tu lengua, el aire que entra y sale de tus pulmones, preparándose para dejar salir un “wish you were here”. Y la sensación que se escapa por las yemas de tus dedos cuando ese instante ha acabado. Y la canción lo envuelve todo, es atmosférica. Tiene el poder de hablar sin tener que entender la letra. Va más allá de las palabras. Puede ser una canción de amor, o sobre el libre albedrío, la canción más triste del mundo o la certeza de que estamos solos en este mundo, pero que eso hace que estemos todos conectados, por los mismos miedos, nadando en nuestras pequeñas y cómodas peceras…



Una de las finalidades de este espacio es contar que se esconde detrás de cada canción y yo no pretendo que mi interpretación sea la predominante porque, como cualquier producto de la mente humana, es subjetiva y única. Por lo que me parece que la esencia de lo que aquí escribo es saber la interpretación primigenia, el objetivo, la intención. Porque todo lo que surge de uno mismo es fruto de la voluntad de llevarlo a cabo y más allá de todo esto, de comunicarlo. Por lo que, ¿qué se esconde detrás de Wish you were here? La escisión de la mente. La bipolaridad de todo ser humano. Cómo una serie de elecciones nos puede llevar a quedar prisioneros de nuestro propio cuerpo, la simpleza de la sinrazón … la tristeza que se siente cuando se planta delante de ti alguien que ya no es ese alguien, si no un ladrón de cuerpos, un fantasma que camina y habla pero que no expresa nada. La soledad de la cordura. Londres, 1974. La canción surge después de una visita de Syd Barrett al estudio de grabación dónde el resto de componentes de Pink Floyd estaban trabajando en un nuevo álbum. Syd Barrett, fundador del grupo, había dejado la banda debido al estrés y a las alteraciones que el consumo de LSD le había acarreado. Su estado hizo que al principio no lo reconocieran. Era él, pero no estaba allí. De esta experiencia nació Wish you were here y Shine on your crazy diamond.

“Estoy muy triste por lo de Syd. Por supuesto que era importante y la banda nunca hubiese comenzado sin él porque componía todo el material. No podía haber ocurrido sin él pero, por otro lado, no podríamos haber seguido con él. "Shine On" realmente no trata sobre Syd. Él es sólo un símbolo para todos los extremos de ausencia que algunas personas han de consentir porque es la única manera que pueden soportar lo jodidamente triste que es la vida moderna, para retirarse completamente. Lo encontré terriblemente triste.”
Roger Waters


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